jueves, 6 de septiembre de 2007

Una de Homero



"¡Oh amigos! ¡Sed hombres, mostrad que tenéis un corazón esforzado y avergonzaos de parecer cobardes en el duro combate! De los que sienten este temor, son más los que se salvan que los que mueren; los que huyen, ni gloria alcanzan ni entre sí se ayudan".

Una amiga libélula me ha recordado a Homero y a la Iliada, y me ha venido a la memoria las lecturas de la infancia, las batallas imaginadas entre troyanos y aqueos en minifalda, las amistades viriles, las discusiones entre héroes, los dioses y diosas con sus caprichos, celos y amores, la sensación de asomarte a otro mundo, tan extrano como un planeta gaseoso con sus propias leyes y su diferente gravedad. Esperaré tu postal mientras viajas de isla en isla, leyendo, bebiendo vino, tocando piedras, comiendo aceitunas y, esto debería ser obligatorio, algún que otro aceituno.... Otra vez me toca desear felices vacaciones, pero esta vez lo hago encantada.
Por cierto, mi favorita entre los que vivían en ese 8.000 que es el Olimpo era Atenea, por algo era una chica lista, independiente y guerrera. Y entre los dioses Hermes, el mensajero, todo lo contrario, frívolo, eterno adolescente de un lado para otro con sus alitas en los pies. Menuda mezcolanza esquizofrénica! Den miláo eliniká

1 comentario:

Mermeladica dijo...

La imagen griega lo que se dice griega no es ni por asomo. Un barco vikingo de datación inconcreta en una piedra grabada en pleno sur de Suecia. Perdida en medio del campo, sólo visible para los caballos y para las abuelas que, como fantasmas amables, riegan los cementerios. Y murmuran en su idioma las coordenadas.