Por eso, desde el más profundo ateísmo se puede adorar, con un ojo guiñado, eso si, a una diosa tan auténtica como el papel pintado. Una princesa de oropel y voz de trueno capaz de despertar a demonios que sacan la lengua al son de extraños tambores.
El altar está preparado para el sacrificio. Sobre la piedra descansa desnudo y puro un bebé. Cae el cuchillo. Se rompe la noche.
No importa que sea un Nenuco manchado con tempera roja. No importa que el sonido sea de un viejo disco que hace saltar la aguja. No importa que la selva sea de recortable. No importa que la sangre bebida sea granadina. Yma Sumac ha muerto. Y sin rito no se puede despedir a una diosa. Menuda falta de educación!
2 comentarios:
Muac muac muac.
Ese punto tuyo escribiendo es increible.
Por qué el condón de fresa? Apetencias personales?
Publicar un comentario