"Parecía fácil. Notar como la arena se calentaba al sol de invierno, hacer pompas de jabón, sonreír sin motivo, conquistar una fuente pública, cruzarse y besarse, mirar con curiosidad esperando que el café se enfríe, atravesar la multitud, salpicarse, estar cerca o un poquito lejos… No importa que el día sea de labor, una fiesta religiosa o pagana, hay momentos en los que el tiempo discurre despistado, moroso de si mismo, ni lento ni rápido, íntimo incluso entre la muchedumbre, ajeno. Y entonces todo parece más simple".
El misterio que se esconde en lo banal caracteriza las imágenes que el fotógrafo Luis Azanza expone hasta el 31 de enero en la Galería Contraluz (Río Urrobi, 3) con el título “Instantes Mínimos”.
Organizada por la Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de Navarra, la exposición recoge pequeños gestos anónimos en los que cualquiera puede reconocerse independientemente de su procedencia geográfica o contexto cultural. Como asegura su autor: “No importa que el día sea de labor, una fiesta religiosa o pagana, hay momentos en los que el tiempo discurre despistado, ni lento ni rápido, íntimo incluso entre la muchedumbre. Entonces todo parece más simple”.
Son estos instantes cotidianos que han sido fotografiados en lugares tan dispares como Estonia, China, Suecia o Francia y tan cercanos como Madrid, Zaragoza o Tarragona, pero que podrían haber sucedido a la vuelta de la esquina. Por eso se entremezclan con imágenes tomadas en el centro de Pamplona. Se trata de recoger la universidad de lo simple. No es necesario conocer el lugar o la hora, o los nombres y apellidos, ya que es en los gestos aparentemente más sencillos en los que las fronteras se diluyen.
Corre, corre que se acaba.
miércoles, 28 de enero de 2009
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