Es un pueblo al que, si se sale de Pamplona en la dirección correcta, se termina por llegar. Además de un castillo que fue construido ya con vocación de decorado, se puede visitar una exposición de fotografía que Maurice (el otro oso de esta osera) conoce muy bien. Tan bien como ha sabido recoger el hechizo en el que caen las personas cuando se convierten en público. Si su curry y sus albondigas son capaces de hacerme creer que existen múltiples dimensiones (como mil, un millón o más), imagina lo que pueden hacer sus fotos.
Mira, remira y relame.
Va por ti, compañero. luisazanza.com/galerias/pb/
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