sábado, 11 de agosto de 2007

El juego del siguetu



Había una vez en un país eslavo una tienda especial. Una tienda común para todos en su exterior pero maravillosa y diferente en función de las ilusiones y sueños de quien la pisaba. Así aquellos que lo que más deseaban en el mundo era bajar a tomar un café podían hacerlo sin tener que entrar a un bar y quienes soñaban con tener cientos de miles de cupones que pasar a un excel podían hacerlo sin problema. Sólo había una pega...

La tienda estaba regentada por un mujer morena que comía como unas quince veces al día, a poquitos. Esa mujer además estaba obsesionada por ganar al juego de las parejas con las cartas. Y si no ganaba era capaz de comerse al contrincante. Un día estaba jugando con un chico cuyo mayor deseo era volver a visitar Grecia, para hacerse una buena foto con los pelícanos...

Aquel día, como era costumbre, volvió a ganar al juego de las parejas. Pero su contrincante, temeroso de que se lo comiera por haber perdido, le desafió a otro juego increíble, un juego al que él nunca había fracasado. La mujer morena aceptó encantada. Así podría demostrar lo buena que era en cualquier pasatiempo y de paso, ganaría un premio mayor. Porque su contrincante, un chico mayor y flacucho, se atrevió a jugarse dos semanas de bocadillos gratis. Y si ella perdía, tendría que alimentarle durante un mes entero. El juego comenzó enseguida, se trataba de...

Comprobar la capacidad del esófago de cada cual introduciendo largas barritas de acero laminado.

Reglas: Cada barra, 2 puntos; si consigues bailar la yenka en el durante, se multiplica por dos; si consigues decir: "Nabucodonosor está nabucodonosorcificado, ¿quién lo desnabucodonosorcificará? El desnabucodonosorcificador que lo dasnabucodonosorcifique, buen desnabucodonosorcificador será", medio punto.

Y en esas estaban, pero, claro, la morenaca tenía un apretón terrible. Y como estuviera en la tienda especial donde los deseos se cumplían con creces, el asunto comenzó a oler y a pintar muy mal. Johny Delgao comenzó a buscar una zodiac, por lo que pudiera pasar...

"Bien", dijo la morenaca, "voy ya por la segunda barrita de acero laminado. Y tú cuántas llevas", le preguntó a Johny Delgao. "Yo llevo cinco", contestó. Al ver semejante capacidad, la dependienta decidió proponerle un cambio a su contrincante: "Puedo cambiar las barritas de acero por......
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barritas de cereales con frutas?". Johny Delgao contestó sin pensar. "Si claro, siempre que sean de muesli crunch". Sin saberlo, Delgao había empezado a cabar su tumba". Morenaca empezó a engullir las barritas como si de fideos chinos se trataran. Delgao miraba de reojo hacia la Zodiac. Pero quizá, ¿era ya demasiado tarde????

Morenaca estaba, como suele decirse, apunto de caramelo cuando el juez (si señores, había juez) dijo "Tiempo". Delgado y Morenaca dejaron de engullir al mismo tiempo. El juez, que al parecer no había venido preparado, preguntó al público "¿Hay algún carro? Es que, joder, va hoy y se me olvida el carro" (al parecer el juez había sido designado por Traperos de Emaus) Jonnhy empezó a sacar barras, barritas y todo tipo de fruta de su esófago: Una, dos, tres .... catorce (como dice Bono)

Luego llego el turno de Morenaca: uno dos, trece...

(La emoción llega a su extremo, quien ganará More, delgado... Mañana a la misma Bathora en el mismo Batcanal. Tiroriroriroriiiiiii!!!)

En el capítulo anterior (pequeños cortes de escenas de la semana pasada: Zuuuurk, PongHaaaamba! Frissss, frissss... Ñikiñikiñikiñiki).

La tienda estaba a rebosar. Entre el público se encontraban insignes ultrahéroes como el alucinante HombreTurra (que te pilla por banda y te funde los sesos con viejos cuentos), la Mujer Chistu, Wagner el Harrijasotzaile Loco, el Hombre-Hombre o la Anaconda Cósmico, cuyo poder más temible consistía en que te liaba los martes de copas hasta las tantas pese a que tuvieras que trabajar. "Ueeeehhh, ueeeeh", gritaban. "Clap, clap, clap", aplaudían. "Ñuk, ñuk, ñuk!!"...ehm... Humm...

Morenaca estaba atascada. Algo estaba trabucado en la recta final. El juez atónito. De pronto, el presidente de ascensores Otis se desmayó y el gran objeto volvió al estómago. La Alucinante Chica de Ayer entonó un grito de venganza: "Hija de putillaaaa!!! Tanta historia para eso?? A por ella!"

Todos se lanzaron sobre More-Naca. Johny, pese a su sabor a victoria y el odio que profesaba a su contrincante por lo mal que hacía el gazpacho, la miró, le cogió la mano y le susurró: "Tranquila, te voy a enseñar algo..."

Hasta la semana que viene


Escrito -a pachas- por David, Dani, Idoia y Pablo mientras los dedos les dolían de tanto meter...
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